Fue dado en adopción, el vínculo no resultó y el hogar no puede recibirlo
Al chico de 10 años lo llevó en guarda una familia chaqueña que ante lo complejo del caso quiso devolverlo al lugar de origen (se trata de un niño con problemas psiquiátricos). Ahora quedó a resguardo en otra institución posadeña
Un caso dramático pone al desnudo la necesidad de revisar varias cuestiones en los procesos de adopciones o revinculación: la salud mental y el acompañamiento a la familia adoptante.
Se trata de la historia de un nene de 10 años que el 24 de julio pasado fue retirado del Hogar Tupá Rendá, en Posadas, por una familia de Resistencia a la cual la Justicia le asignó la guarda con fines adoptivos. La vinculación entre el chico y la pareja no resultó y el matrimonio decidió devolver al niño, en tanto desde el hogar convivencial plantearon de antemano que no tenían las herramientas cognitivas para recibirlo y contenerlo ya que padece ataques de ira, poniendo en riesgo la integridad de los otros niños que viven allí.
Ante esta situación, y teniendo en cuenta que el niño es oriundo de Eldorado- Misiones, desde la Dirección de Niñez de esa comuna tuvieron que buscar otro albergue. Así, en horas de la tarde de ayer y luego de varias horas, se consiguió alojarlo en un hogar convivencial en la capital misionera, que en realidad es para mayores de 14 años, pero era la única opción disponible y la urgencia del caso no permitía esperar más.
Eusebia Concepción Valdez, presidenta de la Fundación Tupá Rendá, explicó la delicada situación: “Este chico estuvo con nosotros antes de ser adoptado. Tiene un problema psiquiátrico serio en cuanto al manejo de las violencias. Tiene reacciones violentas y nosotros somos limitados, hay que reconocerlo. No tenemos herramientas profesionales como para atender sus cuadros y corren peligro los otros compañeros que compartían la casa con él como también corren peligro adultos que tienen temor ante sus ataques de ira porque no lo pueden controlar”.
La situación del chico es compleja desde hace tiempo y las demoras judiciales para resolver la cuestión de fondo agravaron el escenario.
“Presentamos informes al juzgado pidiendo, por favor, que le retiren del hogar, porque ya no teníamos herramientas para controlarlo. La voluntad está, pero a veces la voluntad y el afecto no alcanzan, se necesita profesionalismo y nosotros no tenemos herramientas profesionales para ese perfil. Tenemos que reconocer nuestras limitaciones”, señaló Valdez.
Buscar caminos
Lo costoso y complejo de trabajar con un niño con discapacidad por enfermedad mental limitó la atención que desde Tupá Renda le pudieron dar.
“No es cuestión de generar polémica hogares versus salud mental o versus Poder Judicial, no es una competencia entre poderes. Sino que se trata de buscar los mejores caminos para contener a los más desprotegidos de la sociedad, que son los pequeños que no tienen ni siquiera una familia biológica que los contenga y puedan algún día transformarse en adultos que autogestionen su vida”, reflexionó al tiempo que agregó: “No nos vamos a negar recibir a un chico si estamos en condiciones de acompañarlo; sólo nos negamos cuando nos vemos limitados en esa capacidad de contención, porque el niño tiene problemas que deben ser atendidos por otros profesionales”.
Valdez detalló que la estadía del pequeño fue bastante compleja e incluso los vecinos denunciaban los gritos que escuchaban, ya que desconocían la realidad que se vivía puertas adentro del hogar.
“Pasaron cosas que gracias a Dios pudimos controlar, pero nosotros tuvimos la Brigada acá, se cerró la calle. Entró la Policía, rompiendo puertas y ventanas por los gritos que había dentro y era un ataque de ira y claro, los vecinos denunciaron asustados. Hemos tenido brazos sangrando, intervención del médico forense, tener que hacer la exposición policial y discutir que no se puede hacer denuncia porque son menores. No se usaban cuchillos ni tenedores, todas las comidas eran con cuchara y los otros chicos tenían miedo de ir al baño por la noche, amanecían las camas con pis” relató, dejando en evidencia la necesidad de un acompañamiento profesional que amerita este caso puntual.